Rusia era en el siglo XIX, y aún durante las dos primeras décadas del siglo XX, un país lleno de contradicciones. Se trataba de un país gigantesco que dominaba a otros pueblos y se extendía sobre grandes territorios; el típico “viejo imperio”, pues en lo interno se encontraba atrasado si lo comparamos con las otras potencias.
Esas contradicciones salieron a flote en la primera década del siglo XX. El primer síntoma fue la guerra con Japón en 1905, en la que Japón ganó con mucha facilidad.
En Rusia acontecieron tres revoluciones. Es importante distinguirlas para no confundirnos con los acontecimientos.
LAS REVOLUCIONES RUSAS DEL SIGLO XX.
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La crisis del viejo imperio zarista fue económica y política; ambas se combinan, haciendo más grave la situación.
En lo económico, Rusia continuaba siendo un país rural, atrasado, con algunas ciudades donde se desarrollaba la industria con fuerte inversión extranjera. Como consecuencia de la industria, se había desarrollado una incipiente clase obrera, así como una burguesía aún débil; también había grupos de clase media empobrecidos por falta de oportunidades. El zarismo se apoyaba sobre todo en la nobleza, pero también en la burguesía.
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